viernes, 17 de abril de 2020

ESTAMOS PONIENDO A PRUEBA NUESTRAS CREENCIAS… DE RUTINAS.


En un día laboral es fácil culpar al tráfico por llegar tarde, comer en exceso por el estrés laboral, salir a rumbear el viernes para relajarse y así el fin de semana desfogar un sentido de “libertad” entre centros comerciales, cine y restaurantes.

¿Te parece conocido lo anterior?...

Nuestras rutinas forman parte de algo que hemos venido “alimentando” en nuestras vidas y es el cumplir con ciertos comportamientos “alienados” que salían o nos imponían por… alguna razón, sea porque cierta gaseosa nos hace feliz, cierta ropa nos hacia ver bien ante los demás, viajar a cierto lugar nos da una buena experiencia para comentar a los amigos, etc.

Ahora que estamos en casa, que se puede cumplir con ciertos objetivos laborales con las sandalias que nos regalaron en una navidad, que no tenemos que ponernos colonia o perfume, que sabemos que podemos vivir con lo básico, es decir, desayuno, almuerzo y comida y vestirnos sencillamente, nos esta trayendo una serie de conflictos sobre lo que realmente somos o hacíamos.

La humanidad siempre ha necesitado del desarrollo para avanzar y ser eficientes, hasta tal punto de casi no importarle dañar el medio ambiente que tanto necesitamos, pero la naturaleza es sabia y también sabe defenderse, esta reclamando su protagonismo atacando a su antagónico, nosotros los seres humanos… pero lo importante acá es que todos podemos convivir sin problemas en un balance necesario y esto es a lo que estamos a prueba.

#quedateencasa es una premisa muy simple, el impacto hacia nuestra salud es lo fundamental, así también, estamos nivelando el consumo de recursos de nuestra madre naturaleza.

Ya te abras dado cuenta que el cambio esta generando que todo ese afán de “hacer, hacer, hacer”…”resultados, resultados, resultados”…”generar, generar, generar”… es lo que genero unas rutinas que posiblemente no era lo que necesitabas.

Es solo cuestión de que solo disfrutes de lo básico, sin tanto “adorno de vida”.

Es tiempo de reflexión, de reconocimiento, de aceptación, de cuidado… de calma.

viernes, 10 de abril de 2020

¿Y tu que sabes? ( aprendizajes del documental)


Este documental nos habla acerca de lo que consideramos real y cómo esto en una unión de varios elementos existentes, fenómenos físicos, sociales, psicológicos y biológicos que construyen ese coctel que todos los días recreamos y llamamos realidad.

En este escrito encontrarás una serie de aprendizajes basados en lo que discute este documental, así que iniciemos con el primero de ellos.

1.       Lo que es real no puede ser explicado a un 100 % porque lo real es colectivo, varía por regiones y por épocas. De manera que el concepto de realidad simplemente es un acuerdo, construido de manera consciente o inconsciente, el cual se valida por medio de las interacciones sociales y se recrea constantemente por medio del lenguaje en nuestros cerebros, reviviendo experiencias propias y de otros.

2.       La responsabilidad es cuánticamente necesaria puesto que el observador altera la realidad. Es decir, la medición del sistema lo altera, de manera que el fenómeno de la existencia así sea únicamente por medio de la observación modifica la misma, siendo una acción tan activa que recrea la realidad misma, de manera que la responsabilidad es un agente de creación de realidad.
Toda posibilidad existe y no existe al mismo tiempo. (Gato de Schrodinger) es la observación la que define la experiencia, es decir, la posibilidad que se materializa como real.

3.       Observamos únicamente lo que podemos comprender. Los criterios y objeciones de nuestra mente filtran nuestras imágenes, permitiéndonos ver solo lo que comprendemos y consideramos posible. (efecto paradigma)

4.       La estructura molecular es afectada por la energía, entre ellas la asociación de esta con las palabras. He ahí el poder del lenguaje de las afirmaciones y declaraciones. Es importante tener en cuenta que el poder de la intención determina la calidad e intensidad de la energía. Son mis pensamientos, los yo elijo, son los que determinan mi propia experiencia. De manera que, si busco ser positivo, no se trata únicamente de pensar de esa forma sino transformar lo negativo para poder ser consciente de la forma que pienso.

5.       Todos somos uno. Soy uno con el gran ser que me creó. Por ende, el poder de crear existe en mí. Solo con creer que somos uno con él, el poder de crear se manifiesta en mí. Al asumir mi responsabilidad en la creación determino que mi realidad y yo mismo son de mi propia creación.

6.       Podemos ser adictos a las emociones tal y como somos adictos a situaciones o sustancias. Es la dependencia de activar caminos neuronales lo que hace la adicción. Si controlamos el flujo de comportamiento y manejamos las emociones en términos de intensidad podemos encontrar nuevas alternativas.

7.       Las emociones no son buenas o malas. Las emociones simplemente son. Es más lo que hacemos con ellas. Que el hecho de experimentarlas o no. El decir que son buenas o malas es un juicio de valor que habla más de nuestras interpretaciones sobre nuestros comportamientos cuando habitamos esa emoción.

martes, 7 de abril de 2020

El discurso del rey - Un referente de la relación que hay al entrenar una persona


Esta película es la posibilidad de comprender que el entrenamiento con una persona parte de aceptarla completa, con méritos y defectos, y emprender un camino juntos para poder llegar a maximizar ese potencial que hay en cada uno de nosotros.

En esta película podemos ver la Duque de York, el cual está afrontando su timidez y su tartamudeo por cuestiones meramente profesionales y de rol de realeza, ha tenido intervenciones que resultaron infructuosas, que terminaron por mellar su confianza y esperanza al respecto. Su esposa va en camino de ayuda no muy convencional para él, y dadas las circunstancias se crea la oportunidad apropiada para evidenciar una gran transformación conjunta.

Se puede ver que Lionel Locke, el terapeuta del habla, se da cuenta que el tema de tartamudez es profundo, tiene que ver con temas de la infancia, con relaciones que no han sido sanadas, y lo demuestra por medio del experimento que realiza de lectura con música a todo volumen. Lo cual genera el espacio de confianza que el Duque no había experimentado en anteriores intentos por solucionar su problema.

El señor Locke utiliza la risa, y el reto como una manera de crear confianza, en adición de confrontar al ego del duque, en donde sus maneras de ser se encuentran entre la humildad, el servicio y el rigor. Así logra desentrañar que es su relación con su padre y su necesidad de no decepcionar desde los resultados lo que atormenta al duque, siendo esta la raíz. Acá podemos ver que la confianza es fundamental a la hora de ir más allá de los síntomas y poder llegar a la causa real de los comportamientos.

Uno de los objetivos trazados en la intervención es la búsqueda de la autenticidad como un elemento clave en la aceptación y en la búsqueda de la maestría. En este acaso el dominar el hablar en público y poder manejar la ansiedad. Todo por medio de la práctica continua.

Un elemento importante es involucrar a personas que hagan parte de la vida del paciente, en media que sea ganador, el amor y el hacer parte permite que el vivirlo juntos sea una gran opción, en donde hay aprendizaje y aceptación, lo cual facilita el proceso. Desde la humildad se pueden crear nuevos comienzos con las relaciones correctas.

Si logramos relajar a la gente, su camino al éxito está garantizado en medida que la presión por los resultados se diluye, y en su ausencia el disfrute del proceso empieza a ser lo relevante. En ese espacio de confianza la honestidad fluye y desde ahí, desde el compartir la historia las causas se hacen visibles y fáciles de intervenir.

A fin de cuentas, es la experiencia más que el conocimiento, importa más la relación que creas con quien entrenas, que lo que sabes o dices saber. Porque el arrojo es lo que crea el resultado al final. Lo que estás dispuesto a crear para la otra persona.

jueves, 12 de abril de 2018

La Maestría del Amor- Capítulo 3 El hombre que no creía en el amor

Esta es la historia de un hombre que no creía en el amor. Él estaba convencido de que el amor no existía. Había acumulado mucha experiencia en su intento de encontrar el amor, por supuesto, y observado a la gente que tenía a su alrededor. Se había pasado buena parte de su vida intentando encontrar el amor y había acabado por descubrir que el amor no existía.

Solía explicarle a la gente que el amor era una invención de los poetas, una invención de las religiones que intentaban manipular la débil mente de los seres humanos para controlarlos y convertirlos en creyentes. que donde fuera que buscarán nunca encontraría el amor.

Este hombre tenía una gran inteligencia y resultaba muy convincente. Había leído muchos libros, estudiado en las mejores universidades y se había convertido en un erudito respetado. Era capaz, en cualquier parte y ante cualquier audiencia, de defender con contundencia su razonamiento. Él preguntaba:  ¿Dónde está el respeto? ¿Dónde está el amor que aseguran tenerse? No hay amor. 

Las parejas jóvenes se hacen un sinfín de promesas mutuas delante del representante de Dios, de sus familias y de sus amigos: vivir juntos para siempre, amarse y respetarse, estar junto al otro en lo bueno y en lo malo. Prometen amarse y honrarse y mucho más. Pero, una vez casados -pasada una semana, un mes o unos cuantos meses-, ya se puede ver que no mantienen ninguna de esas promesas.

Solo puedo decir que el amor es una guerra por el poder. y se base en la sobrevivencia. Cuando llegan a una estabilidad , solo significa que uno de ellos se rindió ante el otro; en un momento determinado ella renunció y decidió soportar el sufrimiento. El que tenía mayor empeño y menor necesidad de los dos ganó la guerra, pero ¿dónde está la llama que denominan amor? Se tratan el uno al otro como si fuesen una posesión: «Ella es mía». «Él es mío.» 

Sin embargo, un día, este hombre salió a dar un paseo por un parque, donde se encontró, sentada en un banco, a una hermosa mujer que estaba llorando y sintió curiosidad, se sentó a su lado y le preguntó si podía ayudarla. También le preguntó por qué lloraba. Puedes imaginar su sorpresa cuando ella le respondió que estaba llorando porque el amor no existía. Él dijo: «Esto es increíble: ¡una mujer que cree que el amor no existe!». Por supuesto, quiso saber más cosas de ella.

Bueno, es una larga historia -replicó ella-. Me casé cuando era muy joven, estaba muy enamorada, llena de ilusiones y tenía la esperanza de compartir mi vida con el que se convirtió en mi marido. Nos juramos fidelidad, respeto y honrarnos el uno al otro, y así creamos una familia. 

Pero, pronto, todo empezó a cambiar. Yo me convertí en la típica mujer consagrada al cuidado de los hijos y de la casa. Mi marido continuó progresando en su profesión y su éxito e imagen fuera del hogar se volvió para él en algo más importante que su propia familia. Me perdió el respeto y yo se lo perdí a él. Nos heríamos el uno al otro, y en un momento determinado, descubrí que no le quería y que él tampoco me quería a mí. »Pero los niños necesitaban un padre y esa fue la excusa que utilicé para continuar manteniendo la relación y apoyarle en todo. Ahora los niños han crecido y se han independizado. 

Ya no tengo ninguna excusa para seguir junto a él. Entre nosotros no hay respeto ni amabilidad. Sé que, aunque encontrase a otra persona, sería lo mismo, porque el amor no existe. No tiene sentido buscar algo que no existe. Esa es la razón por la que estoy llorando. 

-Tiene razón, el amor no existe. Buscamos el amor, abrimos nuestro corazón, nos volvemos vulnerables y lo único que encontramos es egoísmo. Y, aunque creamos que no nos dolerá, nos duele. No importa cuántas relaciones iniciemos; siempre ocurre lo mismo. Entonces ¿para qué seguir buscando el amor? Se parecían tanto que pronto trabaron una gran amistad, la mejor que habían tenido jamás. Era una relación maravillosa. Se respetaban mutuamente y nunca se humillaban el uno al otro. Cada paso que daban juntos les llenaba de felicidad. Entre ellos no había ni envidia ni celos, no se controlaban el uno al otro y tampoco se sentían poseedores el uno del otro. La relación continuó creciendo más y más. Les encantaba estar juntos porque, en esos momentos, se divertían mucho. Además, siempre que estaban separados se echaban de menos. 

Un día él, durante un viaje que lo había llevado fuera de la ciudad, tuvo una idea verdaderamente extraña. Pensó: «Mmm, tal vez lo que siento por ella es amor. Pero esto resulta muy distinto de todo lo que he sentido anteriormente. No es lo que los poetas dicen que es, no es lo que la religión dice que es, porque yo no soy responsable de ella. No tomo nada de ella; no siento la necesidad de que ella cuide de mí; no necesito echarle la culpa de mis problemas ni echarle encima mis desdichas. Juntos es cuando mejor lo pasamos; disfrutamos el uno del otro. Respeto su forma de pensar, sus sentimientos. Ella no hace que me sienta avergonzado; no me molesta en absoluto. No me siento celoso cuando está con otras personas; no siento envidia de sus éxitos. Tal vez el amor sí existe, pero no es lo que todo el mundo piensa que es».

Tras compartirlo con ella, ella le dijo:«Sé exactamente lo que me quieres decir. Hace tiempo que vengo pensando lo mismo, pero no quise compartirlo contigo porque sé que no crees en el amor. Quizás el amor sí que existe, pero no es lo que creíamos que era». Decidieron convertirse en amantes y vivir juntos, e increíblemente, las cosas no cambiaron entre ellos. Continuaron respetándose el uno al otro, apoyándose, y el amor siguió creciendo cada vez más. Eran tan felices que incluso las cosas más sencillas les provocaban un canto de amor en su corazón.

El amor que sentía él llenaba de tal modo su corazón que, una noche, le ocurrió un gran milagro. Estaba mirando las estrellas y descubrió, entre ellas, la más bella de todas; su amor era tan grande que la estrella empezó a descender del cielo, y al cabo de poco tiempo, la tuvo en sus manos. Después sucedió otro milagro, y entonces, su alma se fundió con aquella estrella. Se sintió tan inmensamente feliz que apenas fue capaz de esperar para correr hacia la mujer y depositarle la estrella en sus manos, como una prueba del amor que sentía por ella. 

Pero en el mismo momento en el que le puso la estrella en sus manos, ella sintió una duda: pensó que ese amor resultaba arrollador, y en ese instante, la estrella se le cayó de las manos y se rompió en un millón de pequeños fragmentos. 

Ahora, un hombre viejo anda por el mundo jurando que no existe el amor, y una hermosa mujer mayor espera a un hombre en su hogar, derramando lágrimas por un paraíso que una vez tuvo en sus manos pero que, por un momento de duda, perdió. Esta es la historia del hombre que no creía en el amor. ¿Quién de los dos cometió el error? ¿Sabes qué es lo que no funcionó? 

El que cometió el error fue él al pensar que podía darle su felicidad a la mujer. La estrella era su felicidad y su error fue poner su felicidad en las manos de ella. La felicidad nunca proviene del exterior. Él era feliz por el amor que emanaba de su interior; ella era feliz por el amor que emanaba de sí misma. Pero, tan pronto como él la hizo responsable de su felicidad, ella rompió la estrella porque no podía responsabilizarse de la felicidad de él. 

No importa cuánto amase la mujer al hombre, nunca hubiera podido hacerle feliz porque nunca hubiese podido saber qué es lo que él quería. Nunca hubiera podido conocer cuáles eran sus expectativas porque no podía conocer sus sueños.

Si tomas tu felicidad y la pones en manos de alguien, más tarde o más temprano, la romperá. Si le das tu felicidad a otra persona, siempre podrá llevársela con ella. Y como la felicidad sólo puede provenir de tu interior y es resultado de tu amor, sólo tú eres responsable de tu propia felicidad. Jamás podemos responsabilizar a otra persona de nuestra propia felicidad, aunque cuando acudimos a la iglesia para casarnos, lo primero que hacemos es intercambiar los anillos. Colocamos la estrella en manos de la otra persona con la esperanza de que nos haga felices y de que nosotros la haremos feliz a ella. No importa cuánto ames a alguien, nunca serás lo que esa persona quiere que seas. 


jueves, 9 de noviembre de 2017

La Maestría del Amor- Capítulo 2 La pérdida de la inocencia

Los humanos somos, por naturaleza, seres muy sensibles. Pero si tenemos una sensibilidad tan elevada es porque percibimos todas las cosas a través del cuerpo emocional. Este cuerpo emocional es como un aparato de radio que se puede sintonizar para percibir determinadas frecuencias o bien para reaccionar frente a otras. siendo el amor nuestra sintonía natural antes de la domesticación.

El cuerpo emocional percibe las emociones a través del cuerpo emocional. Los niños sencillamente sienten emociones pero su mente racional no las interpreta ni las cuestiona. Esta es la razón por la que aceptan a determinadas personas y rechazan a otras. Los niños perciben fácilmente cuando alguien está enfadado, ya que su sistema de alarma les provoca un pequeño miedo que les dice: No te acerques, y siguiendo su instinto, no lo hacen.

La energía emocional que impregne nuestro hogar sintonizará nuestro cuerpo emocional con esa frecuencia. El cuerpo emocional empieza a cambiar su sintonización y llega un momento que deja de ser la sintonización normal del ser humano. Jugamos al juego de los adultos, jugamos al juego del Sueño externo y perdemos. Perdemos nuestra inocencia, perdemos nuestra libertad, perdemos nuestra felicidad y nuestra tendencia a amar.

Si observas a los niños podrás ver cómo se destruye el amor verdadero y la libertad cuando chocan con el mundo adulto, frenando así la expresión natural del amor por evadir el dolor y buscar el reconocimiento y los premios. En ese sistema de premios y castigos existe un sentido de la justicia y de la injusticia, de lo que es legítimo y de lo que no lo es. El sentido de la injusticia es como un cuchillo que abre una herida emocional en la mente. Después, según cómo reaccionemos ante la injusticia, la herida puede infectarse con veneno emocional.  Con cada miedo aprendes a defenderte, pero no lo haces de la misma manera que antes de la domesticación, cuando te defendías y seguías jugando.

La herida puede llenarse de veneno emocional por la repetición, el veneno emocional se acumula y la mente empieza a jugar con él. A continuación, el futuro empieza a preocuparnos un poco porque tenemos el recuerdo del veneno y no queremos que vuelva a ocurrir. También tenemos recuerdos de cuando hemos sido aceptados, Queremos esa armonía pero no sabemos de qué modo crearla y eso nos asusta. Y, como estamos en el interior de la burbuja de nuestra propia percepción, nos parece que cualquier cosa que sucede a nuestro alrededor ha sido provocada por nosotros generando culpas y cargas por eventos que no nos corresponden o que no eran nuestra responsabilidad.

Poco a poco perdemos nuestra inocencia; empezamos a sentir resentimiento, y después, ya no perdonamos más. Con el tiempo, estos incidentes e interacciones nos enseñan que no es seguro ser quienes realmente somos. e incluso llegamos a utilizar el miedo para domesticar a otros seres humanos; cada vez que experimentamos una nueva injusticia, nuestro miedo aumenta creando más veneno emocional y cuando estamos llenos de veneno emocional, sentimos la necesidad de liberarlo, y para deshacernos de él, se lo enviamos a otra persona, lo hacemos captando su atención.

Al captar la atención, la energía va de una persona a otra. La atención es algo muy poderoso en lamente del ser humano. De hecho, en todo el mundo las personas van continuamente a la caza de la atención de los demás, y cuando la capturan, crean canales de comunicación. Pero al igual que se transfiere el sueño y el poder, también se transfiere el veneno emocional.

Normalmente, nos liberamos del veneno traspasándoselo a la persona que creemos responsable de la injusticia, pero si esa persona es tan poderosa que no podemos enviárselo, entonces lo lanzamos contra cualquier otra sin importarnos de quien se trate. De este modo, la gente que tiene poder abusa de los que tienen menos, porque necesita deshacerse de su veneno emocional. Esa es la razón por la que los seres humanos andan siempre detrás del poder, porque, cuanto más poderoso se es, más fácil resulta descargar el veneno sobre los que no pueden defenderse.

Lo que sí es importante es cobrar conciencia de que tenemos este problema, ya que cuando lo hacemos así, tenemos la oportunidad de sanar nuestro cuerpo y nuestra mente emocional y de dejar de sufrir. Sin esa conciencia, no es posible hacer nada. Lo único que nos queda es continuar sufriendo las consecuencias de nuestra interacción con otros seres humanos, y no sólo eso, sino también sufrir a causa de la interacción que mantenemos con nuestro propio yo, porque también nos tocamos nuestras propias heridas con el único propósito de castigarnos.

Estamos llenos de veneno porque hemos crecido con una imagen de perfección que no se corresponde a la realidad, que no existe, y sentimos esa injusticia en nuestra mente. Esa imagen de perfección nos dice cómo deberíamos ser a fin de reconocer que somos buenos, a fin de aceptarnos a nosotros mismos. Pero ¿sabes qué? De todas las mentiras que nos creemos de nosotros mismos, esta es la más grande, porque nunca seremos perfectos. Y no hay manera de perdonarnos por no serlo. Aprendemos a negarnos y a rechazarnos a nosotros mismos.

Por eso es que las relaciones que construimos son de manera en que todos pierden de manera equitativa , aunque sea un oxímoron, Te maltrato a ti de la manera que necesitas que te maltraten y tú me maltratas a mí de la manera que yo necesito que me maltraten. La energía atrae un mismo tipo de energía, por supuesto, un mismo tipo de vibración.

La vida te trae exactamente lo que necesitas. En el infierno existe una justicia perfecta. No hay nada a lo que podamos echarle la culpa. Incluso podemos decir que nuestro sufrimiento es un regalo. Basta con que abras los ojos y mires lo que te rodea para limpiar el veneno, sanar tus heridas, aceptarte y salir del infierno. 

miércoles, 1 de noviembre de 2017

La Maestría del Amor- Introducción y Capítulo 1 La mente herida


Este capítulo del libro nos pone en contexto a lo que Miguel Ruiz nos quiere comunicar en este libro dándonos a conocer que los toltecas eran conocidos en todo el sur de México como mujeres y hombres de conocimiento;  fueron científicos y artistas que crearon una sociedad para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados.

"Un tolteca es un artista del amor, un artista del espíritu, alguien que, en cada momento, en cada segundo, crea el más bello arte: el arte de soñar. La vida no es más que un sueño, y si somos artistas, crearemos nuestra vida con amor y nuestro sueño se convertirá en una obra maestra de arte." 

En nosotros está en ese caso tomar la elección de ser maestros. Somos maestros porque tenemos el poder de crear y de dirigir nuestra propia vida. y en ese proceso creamos nuestra propia mitología, la cual esté poblada de héroes y villanos, ángeles y demonios, reyes y plebeyos adquiriendo así el dominio sobre la imagen que vamos a utilizar en determinadas circunstancias. Nos convertimos en artistas del fingimiento y de la proyección de nuestra imagen y en maestros de cualquier cosa que creemos ser. Cuando conocemos a otras personas las clasificamos de inmediato según lo que nosotros creemos que son. Y actuamos del mismo modo con todas las personas y cosas que nos rodean.

Cuando un niño tiene un problema con alguien, y se enfada, el enfado hace que el problema desaparezca. Entonces, vuelve a ocurrir, y vuelve a reaccionar con enfado porque si se enfada, el problema desaparecerá y practica hasta llegar a convertirse en un maestro del enfado, esto ocurre de igual manera con los celos, tristeza, auto-rechazo y cualquier emoción o sentimiento que nos enajene de la circunstancia que estamos atravesando.

Toda nuestra desdicha y nuestro sufrimiento tienen su origen en la práctica. Establecemos un acuerdo con nosotros mismos y lo practicamos hasta que llega a convertirse en una maestría completa,  convirtiéndose en algo tan rutinario que dejamos de prestar atención a lo que hacemos, lo automatizamos.

Debemos ser conscientes que la mente humana padece una enfermedad que se llama miedo, y esto ocurre porque nuestro cuerpo emocional está lleno de heridas, de heridas infectadas por el veneno emocional. Los seres humanos vivimos con el miedo continuo a ser heridos y esto da origen a grandes conflictos dondequiera que vayamos.

La enfermedad del miedo se manifiesta a través del enfado, del odio, de la tristeza, de la envidia y de la hipocresía, y el resultado de esta enfermedad son todas las emociones que provocan el sufrimiento del ser humano y cuando es extremo aparecen esas enfermedades mentales, aparecen cuando la mente racional está tan asustada y las heridas duelen tanto, que es preferible romper el contacto con el mundo exterior.

Debido al miedo que los seres humanos tenemos a ser heridos y a fin de proteger nuestras heridas emocionales, creamos algo muy sofisticado en nuestra mente: un gran sistema de negación. En ese sistema de negación nos convertimos en unos perfectos mentirosos. Mentimos tan bien, que nos mentimos a nosotros mismos e incluso nos creemos nuestras propias mentiras.

El sistema de negación nos permite aparentar que toda la gente se cree lo que queremos que crean de nosotros. Y aunque colocamos estas barreras para protegernos y mantener alejada a la gente, también nos mantienen encerrados y restringen nuestra libertad. y esto lo aprendemos, porque una vez captada la atención de los niños, les enseñamos un lenguaje, les enseñamos a leer, a comportarse y a soñar de un modo determinado. Domesticamos a los seres humanos de la misma manera que domesticamos a un perro o a cualquier otro animal: con castigos y premios. 

Esto es perfectamente normal. Lo que llamamos educación no es otra cosa que la domesticación del ser humano. Al principio tenemos miedo de que nos castiguen, pero más tarde también tenemos miedo de no recibir la recompensa, de no ser lo bastante buenos para mamá o papá o un hermano o un profesor. De este modo es como nace la necesidad de ser aceptado. El miedo a no conseguir la recompensa se convierte en el miedo a ser rechazado. Y el miedo a no ser lo bastante buenos para otra persona es lo que hace que intentemos cambiar, lo que nos hace crear una imagen. Imagen que intentamos proyectar según lo que quieren que seamos, sólo para ser aceptados, sólo para recibir el premio.

Pero para convertirnos en maestros del amor tenemos que practicar el amor. El arte de las relaciones también es una maestría completa y el único modo de alcanzarla es mediante la práctica y la acción, no hay otra manera. Somos en realidad puro amor; somos Vida. Y lo que somos en realidad no tiene nada que ver con el sueño, pero el acuerdo social al que llamamos realidad nos impide verlo. 

Cuando contemplas el sueño desde esta perspectiva, y cobras conciencia de lo que eres, comprendes cuán absurdo resulta el comportamiento de los seres humanos, y entonces, se convierte en algo divertido. Lo que para todos los demás parece un gran drama para ti es una comedia. Ves de qué modo los seres humanos sufren por algo que carece de importancia, algo que ni siquiera es real. Pero no tenemos otra opción. Nacemos en esta sociedad, crecemos en esta sociedad y aprendemos a ser como todos los demás, actuando y compitiendo continuamente de un modo absurdo.


miércoles, 18 de octubre de 2017

La ansiedad y las conversaciones que trae y las que podemos crear

En ocasiones en esos momentos de verdad que afrontamos en nuestra vida, nuestra historia nos hace una mala pasada al traer malos pensamientos, ¿Qué pasaría si esto ocurre?, ¿o si esto otro ocurre? y empezamos en una espiral de pensamientos negativos que hace que nos preparemos para una  batalla campal que solo ha ocurrido en nuestra cabeza.

Estos pensamientos que denominamos como negativos parten del supuesto que nuestra historia ha de repetirse tal cual y como la habíamos experimentado en este momento que nos atormenta y nos persigue porque no hemos podido perdonarnos. estos pensamientos limitantes se mezclan con las sensación de impotencia porque pensamos que nuestras capacidades o las condiciones que generaron esa circunstancia son las mismas, estamos en una prisión mental que nos hace caer en una profecía auto-cumplida. 

Estamos en un prejuicio puesto que las condiciones que crearon ese evento han cambiado, nosotros no somos los mismos si estamos dispuestos a aprender de nuestra elección que no ha sido ganadora, si estamos dispuestos a aceptar nuestra historia y crear un agradecimiento frente a ese evento doloroso para poder soltarlo para poder dar gracias por esos eventos, pues es gracias a ellos que forjamos nuestro carácter y perfilamos nuestro ser a lo que somos hoy en día, para poder pararnos en coherencia y poder decir con total certeza que nos amamos de verdad.

Justo en ese momento que nos acordamos de nuestra visión y nuestra esencia podemos discernir que esos miedos son injustificados y que simplemente al abrazar el evento soltando nuestras expectativas nuestra carga se hace más ligera y por ende más fácil de sobrellevar. Recordamos nuestra historia y como hemos podido volver obstáculos en triunfos y nuestro corazón se llena nuevamente de confianza de amor y de libertad, y en ese momento las puertas de la abundancia de nuestro propio ser se abren a nuestro servicio. 

Decidimos entonces quienes requerimos ser para hacerle frente al reto y con una sonrisa en el rostro, sin importar lo que suceda nos arrojamos a lo desconocido. soltando nuestras preocupaciones para abrirle campo al riesgo de vivir una vida que realmente nos merecemos. No importa que suceda, porque cuando lo logro celebro y cuando no, elijo aprender. A fin de cuentas todo lo que necesitas está dentro de ti.