Llegas
un día a tu oficina, todo está organizado y limpio, sabes de antemano lo que
tienes que hacer y por cuestiones empresariales, te llega una solicitud nueva,
sin planear y sabes que al ejecutarla tienes que tomar una decisión, pero no
tan practica… hablar con tu Jefe.
Tu
cabeza comienza a frustrarse inmediatamente, no más con simular la situación
sabes el resultado, tomas tus papeles y con algo de risa imprimes el correo electrónico
que evidencia que necesitas de la experiencia, experticia y nivel de decisión
de tu Jefe; al fondo ya lo escuchas hablar por teléfono, otras personas
haciendo fila para hablar con él y tu cabeza solo dice “¿Cuánto tiempo me
tomara esto?”, ves a tus compañeros rascarse la cabeza, sonríes solo con ver
los gestos de ellos.
Van
quince minutos y mientras estabas esperando en la fila ya se coordinó la fiesta
del fin de semana y uno que otro chiste se ha contado para mitigar el momento
aburrido de espera, llega tu turno y estás viendo a tu Jefe algo preocupado, ni
son las nueve de la mañana pero ese ser con alta responsabilidad se ve como si
hubiera estado haciendo una cirugía de corazón abierto por diez horas, le
comentas lo que dice el correo y tu Jefe te da la solución, sales de la oficina
algo cansado pero satisfecho y pensando que de igual forma tienes que cerrar
varios pendientes que tienes en el día.
Mientras
estas trabajando, llega otro compañero de la oficina y comenta que se metió en un
gran problema por tomar una decisión sin consultarla con tu Jefe, ya que este
le decía que “No tengo tiempo”, tú lo miras a la cara y le preguntas “¿Cuántas veces
lo intentaste?”, tu compañero responde – “Jamás lo intento, nunca tiene tiempo”.
Reflexionemos
sobre lo anterior, ¿Cuántas veces te ha pasado? Si tu trabajo requiere de
cierto nivel de apoyo de tu Jefe, ten en cuenta de comunicarle lo que vas a
hacer, es preferible mantener la calma y no tomas decisiones a la ligera y
manteniendo la excusa del tiempo, tanto el tuyo como el de tu Jefe, así que
cuida tu espalda y la de tu Jefe.
Y
si eres Líder de área, empresa o proceso, cuantas veces nos tenemos que exponer
a poner en riesgo nuestros procesos solo porque existen falencias en tener un
orden, un plan de trabajo, por más que tengamos responsabilidades y tareas
rutinarias que nos exigen el 100% de la jornada laboral, ten en cuenta estos
cuatro aspectos:
-
Todos
tus trabajadores, quienes apoyan el cumplimiento de tu empresa o proceso a
cargo, requerirán de tus habilidades en cualquier momento, así que mantén
escucha abierta y activa.
-
Entiende
como está generándose el contexto, si poco a poco se te está saliendo de las
manos, es porque no hay claridad del desarrollo y crecimiento de tu negocio o
proceso, permite una intervención de estudios de cargas laborales.
-
Puedes
definir niveles de decisión, no todo puedes controlarlo y permita solo hacer un
seguimiento, así que comienza a empoderar a tu equipo.
-
Maneja
rutinas de comunicación con tu equipo, puedes en cinco minutos generar espacios
dinámicos de resolución de pendientes, piensa que esos cinco minutos lo encontraras al inicio o finalizar la jornada o escalar el nivel de comunicación a alguien que tengas mas cercano.
Y
por último, el liderazgo que estas ejecutando debe ser responsable, has llegado
allí con esfuerzo, seguramente es lo que querías, así que toma el mando y
organiza tu mente frente a tus responsabilidades, así evitaras problemas y que los
trabajadores dejen de verte como parte del equipo y curiosamente en el rol más
importante.
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